lunes, 31 de marzo de 2014

Capítulo 12: Adiós



Capítulo 12: Adiós

Tres meses después…

—Quédate un poco más —pidió el hombre vestido completamente de negro.
—Anhelo mi libertad —soltó Isabella.
—Pero eres libre.
—Regresar cada invierno, por una trampa tuya no es libertad —reclamó.
—Bien, te dejaré partir para siempre. Solo pido una última noche a tu lado.
Isabella lo medito y medito, valía la pena. Había esperado durante años el momento en que pudiera librase de él y ahora tenía la oportunidad podría regresar y hablar con Edward.
Así que pasaron su última noche como esposos.
A la mañana siguiente, antes de partir Isabella se quitó el anillo que su esposo le había entregado, el anillo que Edward había querido le tradujera.
—Quédatelo en señal de mi buena fe —le dijo él, cuando Bella se lo iba a entregar.
—Gracias —murmuró Isabella y se teletransporto a su casa en la Tierra.
— ¡Angie! ¡Angie!  —gritó por toda la casa.
No había señal de que Ángela hubiera movido las cosas de como ella las había dejado, algo extraño.
Ángela ¡¿Dónde estás?!  —le gritó Bella.
¡¿Ahora tú eres la que me grita?! Yo debería golpearte, se suponía que llegabas ayer —contesto Angie.
¿Dónde estás?
En casa de los Cullen, he vivido con ellos desde que te fuiste.
A Isabella le sorprendió la noticia, pero por ahora era más importante contarle la buena noticia. Se teletransporto a la casa de los Cullen, en la cocina, donde estaba Esme.
—Disculpa por entrar así —dijo Bella apenada.
— ¡Bella! Que gusto es tenerte de vuelta —contesto Esme.
Enseguida todos, incluyendo Angie, estaban en la cocina.
— ¡Angie lo logre! ¡No tendré que regresar! —gritó Isabella abrazando a su amiga.
Ángela estaba gritando como loca.
— ¿Alguien nos explica? —preguntó Rosalie, en un tono suave. Porque aún cuando le costaba admitirlo había extrañado a Bella durante esos tres meses.
— ¡Me divorcie! ¡Después de todos estos años me pude divorciar!
Edward sonrió como estúpido y abrazo a Bella.
—Te contaré la verdad —le susurró ella.
—No importa. Te amo, no me importa quién seas. Así fueras una asesina te seguiría amando.
Edward no sabía que tan bien le habían hecho sentir sus palabras a Bella, porque sin notarlo le había contestado su mayor duda.
—Me alegro que volvieras —comentó Carlisle, cuando Edward y Bella se soltaron.
—Aún tengo asuntos que arreglar, pero confío en que todo suceda como yo lo planeo —contesto Bella.
— ¿Qué planeas? —preguntó Jasper extendiendo su mano en señal de que al menos, ya no la contaba como enemigo.
—Tengo que hablar con mi padre y reclamarle unas cuantas cosas, él no querrá que yo me quedé aquí.
— ¿Te quedarás? ¿Conmigo? —preguntó un muy ilusionado Edward.
—Solo si tú lo quieres.
—Por supuesto.
Bella y Edward se abrazaron, por un momento todo fue perfecto, pero acabo cuando las dudas asaltaron a Edward: ¿Ella de verdad lo quería? ¿Estarían juntos? Él había dicho que la amaba, pero ella no ¿Lo amaba?
Jasper notó el cambio de emociones en Edward y frunció el ceño.
Y entonces para sumarle más drama a todo, apareció él. Quien jaló a Bella a su lado.
— ¿La amas? ¿La seguirías amando si supieras quién es? —le preguntó a Edward.
Todos se quedaron callados, Edward respondió un simple .
— ¿Sí? ¡Mata personas por diversión! ¿Aún la sigues amando? ¡Ella hizo que todos los vampiros estuvieran sometidos a las órdenes de Los Vulturi! La mujer a la que amas no existe, es una ilusión creada por ella ¿acaso no lo ves? ¡Es una cualquiera!
— ¡Cállate! —le gritó Bella intentado zafarse del agarre —Edward, escúchame, no le hagas caso ¡te lo explicaré todo!
—No deseo decepcionarlos pero es lo que hacemos nosotros, jugamos con todos, los controlamos y mi querida esposa es mejor en eso que cualquiera.
— ¡Dijiste que me dejarías marchar! —le gritó Bella sollozando.
— ¿Aún la amas? —preguntó él.
Edward no contestó, estaba demasiado atontarlo para hacerlo. Isabella comenzó a llorar y las llamas en sus ojos se acrecentaban.
— ¡Basta! —se escuchó la voz más autoritaria que nadie haya oído nunca. 
En el umbral de la casa de los Cullen, estaba un hombre barbón, con vestimenta y cabello blanco, tez clara y con una toga, al más puro estilo griego.
—Suelta a mi hija —ordenó el hombre que acababa de llegar.
Los Cullen estaban atónicos, no sabía que ocurría enfrente de ellos.
—Ella me pertenece —contesto él.
—El invierno acabó —se quejó Bella.
El padre de Bella camino hasta donde estaba su hermano y lo tomó por el cuello haciendo que soltará a Bella.
—Aléjate de ella, ¡para siempre!
— ¡Regresaré por ella! —dijo él y desapareció.
—Vámonos ahora mismo.
—Padre no quiero irme.
—No te pregunte, nos vamos.
—No.
—Suficientes problemas has causado ya.
— ¡Es tu culpa! ¡Todo es tu culpa! ¡Si no hubieras permitido que tu hermano me llevara con él nada de esto hubiera sucedido! —explotó Isabella, entonces su atuendo oscuro y salvaje la cubrió.
— ¡Perséfone! ¿Es por estos simples mortales? —preguntó molesto el padre de Isabella, mientras le daba un empujón a Emmett que lo hizo chocar contra la pared y romperla.
— ¡Déjalos en paz! —gruño Isabella.
El viento se volvió loco, los árboles se movían como si en cualquier momento fuesen a caerse y los rayos iluminaban el cielo.
—No me retes —advirtió su padre.
—Me iré contigo si prometes dejar en paz a Los Cullen.
—Yo no hago tratos.
Isabella corrió a una velocidad aún más rápida que la de un vampiro y empujó a su padre obligándolo a  retroceder, para sacarlo de la casa.
Isabella logró sacar a su padre de la casa, aunque en el proceso tiró una pared de la hermosa casa de los Cullen. Pero su padre era más fuerte y la aventó a los árboles.
Los Cullen no daban crédito a lo que veían.
Y por si fuera poco lo que sucedía, otra mujer apareció, era realmente hermosa, no iba arreglado como lo van las famosas, todo lo contrario, iba simple, una toga blanca y su cabello castaño cayendo por su espalda; pero se veía realmente hermosa.
— ¡Perséfone! ¿Por qué le das la espalda a los tuyos? ¿Por qué nos humillas de tal manera? —reclamó la mujer, acercándose al padre de Bella.
Edward, Angie hagan que todos se toquen ¡rápido! —Les dijo mentalmente Bella.
Cuando se aseguro que todos se estuvieran tocando corrió hacía ellos, tomó la mano de Edward y los teletransporto a las Vegas. Los Cullen seguían sin poder decir nada.
Estaban en un hotel, parecía muy lujoso. Isabella se acercó al que parecía el mostrador y le regaló una hermosa y coqueta sonrisa al joven detrás de él.
—Perséfone que gusto volver a verte. ¿Quiénes son esos amigos tuyos? —la saludó muy amistosamente el joven.
—Eros, necesito la habitación especial.
—Querida, ¿sabes que a tu padre le encantaría que le dijera tu paradero?
—Eros, por favor. Prometo recompensarte, pero necesito que los mantengas ocultos.
—Deberle un favor a la Reina del…

Antes de Eros terminará la frase, Isabella lo calló, mientras los Cullen ponían total atención a ellos.

—¿Lo harás o no? —preguntó Bella.
—Bien, pero recuerda me debes un gran favor.
—Lo sé.
—Síganme —ordenó Eros.

 Todos lo siguieron por los pasillos, parecían que de verdad estaban hechos de oro, algo que no creían los Cullen. El color dorado de las paredes y el extraño resplandor de las puertas, hacía sentir a los Cullen fuera de lugar.
A travesaron todo el hotel hasta llegar a una habitación que brillaba aún más que las demás.

—Aquí es —informó Eros para después marcharse.

Isabella abrió la puerta y dejó pasar a todos dentro.

—Tienes que explicarnos que sucede —soltó Rosalie.
—Bella ¿puedo hablar contigo? —preguntó Edward.
—Claro.

La habitación del hotel, era más bien una casa. Tenía cinco recamarás, dos baños y una sala comedor: en la sala se encontraba un escritorio con un ordenador de última generación.
Bella guío a Edward a una de las cinco habitaciones y se encerraron.

—Bella, te amo. Haría cualquier cosa por ti, pero necesito que me digas que está pasando —soltó Edward con aire frustrado y pasando su mano por sus cabellos.
—¡Oh Edward! Te amo y te amaré para siempre.
—Para siempre es demasiado tiempo.
—Será apenas el necesario.

Isabella se acercó y lo abrazo. Era el tipo de abrazo que se da en la más dolorosa despedida. Ese abrazo que te rompe el alma en mil pedazos.
Isabella comenzó a sollozar en el hombro de Edward, este tomó su rostro y susurró.
—Toda estará bien. Tenemos una eternidad para arreglarlo.
Isabella lo besó, por una vez en su vida se dejó llevar, por una vez fue consciente de entregarse completamente a alguien que amaba. Y así consumaron su amor…


FIN

Muchas gracias a las personitas que leen mis fanfics, y como todos este ha llegado a su fin, pero es muy probable exista una segunda parte ¿les gustaría?, creo que estoy obsesionada con las segundas partes jaja. Espero me puedan dar su opinión sobre cómo les pareció este fanfic. Bueno, nuevamente les agradezco que se tomen el tiempo de leer mis fanfics.
PD: La mayoría de mis próximos fanfic, los subiré terminados al grupo ¿les gusta la idea?

PUEDEN DEJARME UN MENSAJE SIN ESTAR REGISTRADOS, para mi es muy importante su opinión  Gracias.

Si desean conocer mas de mis historias pidan unirse a mi grupo: Novelas del corazón
Mi correo: el-amor2011@hotmail.com

NOTA: Queda prohibida la copia total o parcial de este fanfic sin permiso de la autora.


Atte: Zitlali Ramírez

PD: Está historia inició el 23 de mayo de 2012 a las 8:00 p.m y terminó de escribirse el 28 de octubre 2013 a las 5:45 p.m

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