jueves, 23 de mayo de 2013

Capítulo 1: La Tierra.



— ¿Segura que quieres hacer esto? —preguntó Ángela.
—Si Angie.
— ¿No crees que tus padres se enojaran?
—Solo un poco —contesto Isabella  fingiendo indiferencia, sabía que sus padres harían más que enojarse cuando se dieran cuenta.
—Vale, pero activa tu escudo y también protégeme a mí.
—Listo.
— ¿A dónde iremos?
—Tengo el lugar indicado.
— ¿Nombre?
—Forks.
— ¿Es una de esas ciudades donde los mortales compran y compran, contaminan y se divierten? —preguntó Ángela emocionada.
—Sí, algo así —mintió Bella. —Toma mi mano para irnos de una buena vez.
Cerro los ojos y recordó la foto que había visto sobre Forks. Cuando abrió los ojos, estaban en medio del bosque.
—Esto no parece una ciudad. —Murmuro molesta Ángela.
— ¿Querías que apareciéramos de la nada enfrente de los mortales?
—Bueno no, pero… —Ambas guardaron silencio cuando escucharon el grito desgarrador de un león.
—Angie haznos  parecer humanas.
Angie tardo unos minutos en silencio.
—Listo. ¿Tienes activado tu poder?
— ¿Cuál de todos? —pregunto Bella con soberbia.
—Sabes a qué me refiero.
—Sí, no hemos dejado rastro, nadie nos verá ni en el pasado, presente ni futuro. Nadie nos puede encontrar.
— ¿Nos quedaremos en el bosque para siempre? —pregunto Angie, que estaba más que emocionada, quizá se debía a que era su primer viaje a la Tierra.
—Claro que no, ya he venido a arreglar todo antes. Nuestra casa está a unos pasos, iremos nos daremos una ducha y después tendremos que ir al Instituto.
Caminaron hasta salir del bosque, a unos cuantos metros de ahí se encontraba la casa que Isabella había comprado varias semanas atrás, estaba totalmente acondicionada con ropa para las dos, dinero, comida —que aunque no la necesitaban les gustaba—, y todo lo necesario para vivir ahí por varios años.
Ambas se dieron prisa arreglándose, ya que aunque Isabella ya había visitado la Tierra no lo había hecho por más de dos días seguidos. Mientras que Ángela veía todo con admiración, Bella sintió la punzada que habían esperado desde que salieron del Olimpo. Inmediatamente después se escucharon varios truenos y comenzó a llover.
—Angie se han dado cuenta.
— ¿Estás pensando regresar?
—Por supuesto que no. Solo intentaba avisarte que hemos desaparecido del mapa. Nadie sabe nada de nosotros, pensé que te tranquilizaría. Estabas demasiada asustada.
— ¿Por qué tenemos que ir al Instituto? —Ángela intentando cambiar de tema al darse cuenta que su amiga estaba demasiado estresada y no quería provocar que se enojara con ella.
—Es lo que hacen los mortales a nuestra edad.
— ¿Es para guardar la apariencias?
—No. Pensé que sería divertido. Nunca hemos ido a un Instituto, así que ¿Por qué no acudir a uno mientras estemos aquí?
—Suena interesante.
—Solo recuerda: No hables con nadie. —Ángela frunció el ceño, no comprendía a Bella.
—Estamos aquí para conocer a los mortales, tu misma lo dijiste en el Olimpo, nos servirán para salir de la rutina, pero no podemos hacer lazos afectivos con ellos, sería complicarnos la existencia.
— ¿Por qué?
—Ambas sabemos que no somos buenas guardando secretos.
Ante la lógica de Isabella, apenas comprensible para Ángela, decidieron que no tendrían tratos con los mortales, así evitarían problemas o ser encontradas.
Isabella se dirigió a su habitación para ponerse un atuendo con el cual ir a la escuela. Mientras que Ángela pensaba en lo hermosa que debería ser la Tierra. Ninguna de las dos sabían porque tenían prohibido ir, no podían argumentar que era peligroso porque ellas eran más veloces que cualquier humano, más fuertes  y nunca podrían dañarlas con balas, cuchillos, etc. Además que no necesitaban respirar, eran algo así como indestructibles… al menos para los mortales.
Diez minutos después estaban listas. Ambas nerviosas como nunca en su vida, sabían que Zeus y Hera estaban furiosos, solo bastaba escuchar los truenos para saberlo. Y si le sumábamos que sería su primer día en un Instituto.
Isabella estaba más nerviosa por el Instituto, que por su padre. No había forma de que la encontrará, sabía que en su regreso tendría que soportar los reclamos y regaños pero valdría la pena.
Ángela sabía que posiblemente aquella desobediencia le llevará consecuencias muy graves, por ejemplo; ser expulsada del Olimpo. Ángela no era una diosa ni nada por el estilo, era la acompañante de Isabella, se supone que ninguna debería tomarse cariño, ya que Ángela estaba para ayudarla y la remplazarían, pero cuando llegó el día en que sería remplazada, ambas —Isabella y Angie— eran adolescentes y ese día fue cuando ocurrió el primer acto de rebeldía contra su padre por parte de Bella.
Ambas se habían ocultado porque no deseaban ser separadas,  Zeus las había encontrado, ya que Isabella apenas comenzaba a controlar sus poderes. Bella le grito como nunca nadie lo había hecho, ni siquiera la mismísima Hera, Zeus orgulloso de que su hija defendiera lo que ella deseaba le había dejado quedarse con Ángela. Aunque Zeus no imagino que actuar de aquella forma desencadenaría un comportamiento más que rebelde de Bella, dicho comportamiento comenzaba a exasperar a todos los dioses, pues las desobediencias de Angie y Bella —casi siempre— afectaban a la mayoría de ellos. 
Ángela e Isabella eran totalmente opuestas; mientras que la primera poseía demasiados “poderes” y por ello solía ser un tanto engreída y rebelde, Angie contaba con un solo poder, el de hacerlas parecer mortales, y como había sido educada para obedecer y proteger, era humilde y sencilla.
— ¿Iremos a pie? No es que me canse ni da por el estilo, pero hicimos enfurecer a tu padre.
— ¿Acaso no te fijaste cuando llegamos?
—No.
—Compre un auto dijeron que era un Chrysler 200 Convertible.
Ángela salió dispara de la casa, aunque a velocidad humana. Isabella rio sinceramente al demostrar que era muy fácil hacer feliz a su mejor amiga.

Espero les guste y me regalen cinco minutitos para leerlo y dejarme su opinión.Lo actualizaré cuando tenga tiempo.
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NOTA: Queda prohibida la copia total o parcial de este fanfic sin permiso de la autora.

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