lunes, 27 de mayo de 2013

Capítulo 2: Instituto.


           
Isabella condujo —como copiloto llevaba a Ángela— hasta el Instituto Forks. En las visitas anteriores se había dado a la tarea de conocer un poco el lugar, así que no tuvo problemas para llegar.
Los truenos seguían y seguían, Ángela estaba asustada pues sabía que eran una advertencia.
Cuando llegaron al Instituto lograron todo, menos pasar desapercibidas.
Pueblo chico infierno grande —pensó Isabella molesta. Estaba segura que todos hablaban de ellas, no es como si le molestará ser el centro de atención, pero ahí intentaban ser discretas, algo que al parecer no conocían en ese pueblo.

Isabella se condujo por el Instituto como si ya hubiera estado ahí, y en realidad lo había estado. Ángela se sentía intimidad por las miradas nada discretas de los estudiantes y pronto decidió que se alegraba de no haber tenido que ir al Instituto hasta ese momento.

—Me encargue de que tuviéramos todas las clases juntas ¿Te molesta? —preguntó Isabella ignorando a los demás.
—Me alegra que hayas hecho eso.
—Lo sabía. —Murmuró Isabella con una sonrisa de autosuficiencia.
—Engreída. —Respondió Angie rodando los ojos.
—Pero así me quieres—Volvió a sonreír Bella—. Aquí. Nos toca literatura.

Ambas entraron al aula, y se sentaron hasta el fondo. Una al lado de otra. Aún era temprano y Ángela tenía muchas dudas, así que decidió exponer algunas ante su amiga.

—¿Qué crees que nos hagan cuando regresemos?
—Nada interesante.
—¿Y si nos expulsan del Olimpo?
—Zeus no le haría eso a su hija.
—Pero Hera y los demás dioses sí.
—Angie nadie nos va a expulsar.
—¿Y si nos mandan con Hades?
—Será divertido ver almas sufriendo.
—¡Isabella!
—Relájate y disfruta del viaje.

Mientras ellas platicaban, el salón se había llenado de adolescentes que buscaban información sobre las nuevas. Bueno y es que en un pueblo lluvioso como aquel casi no recibían a nuevos integrantes y cuando lo hacían iban acompañados de sus padres. No estaban acostumbrados a ver chicas de diecisiete años mudarse a vivir solas.

—Guarden silencio —ordenó el profesor —, según me entere tenemos dos alumnas nuevas. ¿Les gustaría pasar a presentarse?
—No. —Pronunció secamente Isabella desde su asiento.

El profesor tardó un momento en asimilar que por primera vez había recibido un “no” como respuesta. Ángela estaba segura que estarían en el primer lugar de la lista negra del profesor.
La clase pasó demasiado rápida para el gusto de Angie y Bella, literatura les parecía demasiado interesante. Pero se habían visto forzadas a levantarse de sus lugares cuando el timbre había sonado. Se dirigieron a sus lockers apresuradas por la curiosidad de saber cómo sería matemáticas.
Cuando llegaron todos los estudiantes ocupaban sus lugares, solo habían dos lugares vacíos, pero para sorpresa de Ángela e Isabella los lugares no estaban juntos, lo que hizo gruñir a Bella ganándose varias miradas curiosas.
Ángela se sentó al lado de una chica cabello marrón oscuro salvaje y enrulado con ojos azules. Mientras que Isabella se vio obligada a sentarse junto con un chico de ojos azul pálido, cabello rubio y cara de bebé, era atractivo, aunque no demasiado.

—Mi nombre es Mike Newton ¿Y él tuyo?

Isabella ignoro groseramente a su compañero, quien decidió no volver a humillarse de aquella forma, no importaba que Bella fuera hermosa.

—Mucho justo, soy Jessica Stanley.
—Hola. —Contesto tímidamente Ángela.
— ¿Cómo te llamas?

Jessica estaba molesta por no saber el nombre de las nuevas, pero aún conservaba la esperanza de enterarse de ellos antes que todos los demás.

—Ángela.
—¿De dónde vienes?
—De un lugar lejano.
—¿Puedo saber el nombre?
—Me temo que no.

Jess se molestó tanto por la respuesta que recibió que no volvió a preguntar nada, lo que agradeció Ángela.
La clase de matemáticas no les gusto para nada, se les hacía interesante pero demasiado aburrida como para concentrarse en ella.
 Después de otras dos clases llego la hora del almuerzo. Cuando Isabella y Ángela entraron la estancia se quedó en silencio, molestando al par de amigas. Isabella avanzo a paso seguro hacia una mesa vacía, Ángela la siguió.
Después de unos minutos el ruido volvió, aunque las miradas nada discretas seguían ahí.
Isabella observo la cafetería detenidamente hasta que llego a una mesa que llamo su atención. En ella se sentaban cinco personas, dos chicas y tres chicos. Había un musculo, alto. Otro que se veía más flacucho y uno que era perfecto. Una de las chicas era rubia, se notaba alta y al parecer tenía una buena figura, la otra era de cabello oscuro corto, de baja estatura pero bonita. Todos eran pálidos y con ojos dorados.
 —Angie mira.
—¿Qué?
—Los de ahí, obsérvalos.
—Son muy apuestos.
—Pálidos y con ojos dorados.
Isabella volvió a observarlos y se topó con la mirada de todos sobre ella,  así que no pudo evitar sostener la mirada hasta que ellos retiraron la suya.
—Quizá son hermanos.
—¿Todos de la misma edad?, no lo creo.
—¿Adoptados?
—¿Y tan parecidos?
—¿Isabella que nos importan?
—Tienes razón.
 —Siempre.
—Y luego dices que yo soy la engreída.
Mientras ellas platicaban Erick Yorkie un chico de cabello negro y ojos castaños se acercó a la mesa de las chicas.
—¿Puedo? —preguntó el chico haciendo una señal para sentarse.
—Claro. —Contesto Ángela.
Isabella rodó los ojos al notar la sonrisa de Ángela.
—¿Quiénes son? —preguntó bruscamente Bella, señalando con la cabeza la mesa que había analizado momentos antes.

—Los Cullen. Son hijos adoptivos del Doctor Cullen y su esposa —dijo restándole importancia—. ¿Puedo saber sus nombres hermosas damas? —preguntó observando tontamente a Ángela.

Espero les guste y me regalen cinco minutitos para leerlo y dejarme su opinión.Lo actualizaré cuando tenga tiempo.
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NOTA: Queda prohibida la copia total o parcial de este fanfic sin permiso de la autora.

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