-Charlie
deberías estar más tiempo con Bella- decía mi madre.
-Lo sé, pero no
puedo…- la misma respuesta de siempre.
Cada mañana,
cuando mi madre pensaba que yo dormía, le pedía lo mismo a Charlie, antes de
que este se fuera. Pero mi padre, siempre contestaba lo mismo, nunca decía el
porqué, o al menos intentaba cambiarlo.
Golpee la pared
que estaba arriba de mi cabeza, creo que ya hasta tenía un hueco de tantos
golpes que recibía…
Me levante
consciente de que mientras yo me arreglaba mi padre iba a salir huyendo de la
casa, antes de verme… siempre he tenido la sensación de que si, el que se dice
mi padre, no está con nosotras –René y yo– era porque no me quería ver… siempre
que tenía algún contacto con él, su rostro era de dolor, trataba de ocultarlo
pero era como si lo estuviera gritando. Pero ¿Qué había hecho? ¿Por qué mi
propio padre me evadía? Dos preguntas que siempre me acosaban, hasta en los
momentos que se suponían estaban llenos de felicidad.
Camine
tropezando al baño, abrí la puerta con más facilidad que el día anterior. Esta
vez recordé que tenía que quitarme mi diminuto short y mi blusa de tirantes
–que actuaban de pijama– antes de ducharme.
Me puse un pants
color morado, una playera ligera rosa y la sudadera, que era parte del pants.
Con ayuda de un peine, recogí mi cabello en una coleta alta. Tome mi mochila
desgastada y baje arrastrando los pies.
-Vaya, te
levantaste más temprano de lo usual- comentó Charlie, quien para mi sorpresa no
se había ido todavía.
-Aja- conteste
restándole importancia.
-¿Quieres
waffles?- preguntó mi madre desde la cocina.
-Por favor-
pedí.
-¿Dormiste
bien?- preguntó mi padre.
-Si- conteste
cortante.
El no hacía
mucho por acercarse a mí, yo no tenía
porque intentarlo. A los diez años me di por vencida, todos mis intentos de
llamar la atención de Charlie era en vano, para él era un cero a la izquierda.
Podría considerarse un milagro que hubiéramos cruzado palabras aunque fueran
pocas.
-¿Quieres que te
lleve al instituto?- preguntó mi padre.
-No, el tren
está bien- respondí con un poco de simpatía.
-¿Segura?-
preguntó.
-Si-
Mi madre puso un
plato enfrente de mí, con dos waffles con miel. Tome los cubiertos y comencé a
comer, estaba a punto de levantarme cuando mi madre me dio un vaso de leche con
chocolate –mi favorita– ¡y estaba calientita! Con el aire de afuera no me haría
mal, algo caliente. Recibí la leche con una enorme sonrisa.
Cuando acabe con
esa deliciosa leche, tome mi mochila del suelo y camine hacia la puerta
mientras hablaba.
-Adiós-
-Bella…- habló
mi padre- Me preguntaba si querías que fuéramos a campar, como antes- propuso.
-Hace tanto
tiempo ¿verdad?- conteste con tono de reproche- Te agradezco que quieras ser
amable Charlie, pero no tienes porque pasar tiempo con alguien que no te
agrada- añadí saliendo y cerrando la puerta de la casa de un golpe.
Una vez afuera
el salvaje viento me tomo por sorpresa, haciendo que me estremeciera. Metí mis
manos en la bolsas de los costados de mi sudadera, esperando sirviera de algo.
Después de lo
que pareció las 5 cuadras más largas del mundo, llegue a la estación del tren.
Me senté en la banca verde y saque mi libreta de notas.
Comencé a
escribir…
“Llegamos al tren, con maletas llenas de ilusiones y esperanzas, sueños
que esperamos lograr…
…listos para abordar el tren de la vida.
Pero algunas ocasiones, cuando somos un tanto torpes, las maletas se caen
a las vías y el tren las destroza, antes, de que podamos tan siquiera,
abordarlo.”
Y eso, era lo que me había pasado a mí. Mis sueños e ilusiones habían sido destrozados, ni siquiera sabía el porqué, ni la causa, pero la consecuencia la tenía más que clara… la estaba viviendo.
Después de 15
minutos de espera, con el frío y el sueño queriendo acabar conmigo, el tren
llegó. Me subí y senté nuevamente –como el día anterior– hasta el fondo.
Mire al pasajero
de enfrente y mi corazón se paralizo, estoy segura que esta palidecí y mis ojos
se agrandaron.
Aquellos ojos
avellana me veían tiernamente, cuando noto mi miraba me dedico una hermosa
sonrisa.
Tenía el pelo
rubio claro, corto. Ojos grandes color avellana, tez clara, unos gruesos y
antojables labios…
De manera
involuntaria le devolví la sonrisa, con más calidez de la necesaria,
inmediatamente aparte la mirada. Durante todo el trayecto sentí sus ojos
clavados en mí, pero no me animaba a comprobarlo, trata de ver hacia otros
lados, donde el no estuviera.
Hasta que mi
parada llegó, me bajé más lento de lo normal, por alguna extraña razón, quería
permanecer dentro del tren… tal vez por el frío que me calaba hasta los huesos.
Camine hacia la
puerta del instituto, las cuales estaban abiertas. Había llegado a tiempo. Me
disponía a entrar, pero recordé que tenía una carta de mi madre justificando mi
falta a la clase de matemáticas, ayer. Revise mi libreta de notas, donde se
suponía había metido la carta, una corriente notablemente furiosa de aire
arraso con las hojas de mi libreta, haciendo volar todos mis papeles que se
encontraban entre ellas. Rápidamente comencé a juntarlas, pero cuando iba a
recoger la ultima, una mano me gano…
Me levante
lentamente, para no tirar los papeles que ya había recogido.
-Creo que te
pertenece- habló aquel hombre.
Era el más guapo
que había visto en toda mi vida, sus ojos avellana eran… indescriptibles.
Asentí con una
sonrisa tonta, y tomando el papel de sus manos. Ahí estaba, era la dichosa
carta.
-Gracias- dije y
gire sobre mis talones.
Si no me alejaba
lo más rápido posible, me iba a desmayar enfrente de él. Tanta belleza mareaba.
-¡Oye!- gritó.
Me estremecí al
instante que oí su voz, me gire lentamente.
-Mande- intente
sonar normal.
-¿Estudias
aquí?- preguntó con la curiosidad derramándose de sus hermosos ojos.
-Si- me limite a
contestar.
Pareció
satisfecho, así que gire y continúe mi camino hacia el instituto.
Una vez adentro
solté un enorme suspiro, mientras veía correr a Alice hacia mí.
-¡Bella!- gritó.
-¡Alice!-
conteste tratando de imitar su entusiasmo.
-Saliendo de la
escuela iremos a casa de Rosalie para arreglarnos- avisó.
-Pero la fiesta
es en la noche, ¿no es mucho tiempo arreglándose?- pregunté.
-¡No! Es todo lo
contrario- gritó eufórica.
-Está bien, está
bien- Acepte, alzando las manos en señal de rendición.
Caminamos al
salón, con Alice planeando la fiesta de esta noche. En realidad no era de las
que iban a las fiestas, pero no tenía nada mejor que hacer. Además, Alice
llevaba semanas presentándome a su hermano adoptivo, me había contado que tenía
nuestra edad, y que sus padres habían decidió adoptarlo porque era un buen
muchacho. Y el cómo los apreciaba muchísimo –pues se habían encargado de él,
desde pequeño– había aceptado más que gustoso.
Todo el día
Alice y Rosalie se la pasaban hablando súper entusiasmadas, sobre la fiesta.
Por el contrario, yo me dedicaba a pensar en esos ojos, en aquel joven, era
realmente hermoso, no había nadie como él.
Lo único que
deseaba era poder verlo una vez más…
Lo actualizaré cuando tenga tiempo.
Si desean conocer mas de mis historias pidan unirse a mi grupo: Novelas del corazón
Autora: Zitlali Nna-Star
Colaboradoras: Andre y Maria.
me encanto el capi otro porfis....
ResponderEliminarEs hermano de alice???!!!??
ResponderEliminarAhg q pasa kn charly? Que sucedió
Haslos un poco mas largos xfa
Sigue ....