viernes, 28 de diciembre de 2012

Capitulo 4: El tren



-Charlie deberías estar más tiempo con Bella- decía mi madre.
-Lo sé, pero no puedo…- la misma respuesta de siempre.

Cada mañana, cuando mi madre pensaba que yo dormía, le pedía lo mismo a Charlie, antes de que este se fuera. Pero mi padre, siempre contestaba lo mismo, nunca decía el porqué, o al menos intentaba cambiarlo.
Golpee la pared que estaba arriba de mi cabeza, creo que ya hasta tenía un hueco de tantos golpes que recibía…
Me levante consciente de que mientras yo me arreglaba mi padre iba a salir huyendo de la casa, antes de verme… siempre he tenido la sensación de que si, el que se dice mi padre, no está con nosotras –René y yo– era porque no me quería ver… siempre que tenía algún contacto con él, su rostro era de dolor, trataba de ocultarlo pero era como si lo estuviera gritando. Pero ¿Qué había hecho? ¿Por qué mi propio padre me evadía? Dos preguntas que siempre me acosaban, hasta en los momentos que se suponían estaban llenos de felicidad.
Camine tropezando al baño, abrí la puerta con más facilidad que el día anterior. Esta vez recordé que tenía que quitarme mi diminuto short y mi blusa de tirantes –que actuaban de pijama– antes de ducharme.
Me puse un pants color morado, una playera ligera rosa y la sudadera, que era parte del pants. Con ayuda de un peine, recogí mi cabello en una coleta alta. Tome mi mochila desgastada y baje arrastrando los pies.

-Vaya, te levantaste más temprano de lo usual- comentó Charlie, quien para mi sorpresa no se había ido todavía.
-Aja- conteste restándole importancia.
-¿Quieres waffles?- preguntó mi madre desde la cocina.
-Por favor- pedí.
-¿Dormiste bien?- preguntó mi padre.
-Si- conteste cortante.

El no hacía mucho por acercarse a mí,  yo no tenía porque intentarlo. A los diez años me di por vencida, todos mis intentos de llamar la atención de Charlie era en vano, para él era un cero a la izquierda. Podría considerarse un milagro que hubiéramos cruzado palabras aunque fueran pocas.
-¿Quieres que te lleve al instituto?- preguntó mi padre.
-No, el tren está bien- respondí con un poco de simpatía.
-¿Segura?- preguntó.
-Si-

Mi madre puso un plato enfrente de mí, con dos waffles con miel. Tome los cubiertos y comencé a comer, estaba a punto de levantarme cuando mi madre me dio un vaso de leche con chocolate –mi favorita– ¡y estaba calientita! Con el aire de afuera no me haría mal, algo caliente. Recibí la leche con una enorme sonrisa.
Cuando acabe con esa deliciosa leche, tome mi mochila del suelo y camine hacia la puerta mientras hablaba.
-Adiós-
-Bella…- habló mi padre- Me preguntaba si querías que fuéramos a campar, como antes- propuso.
-Hace tanto tiempo ¿verdad?- conteste con tono de reproche- Te agradezco que quieras ser amable Charlie, pero no tienes porque pasar tiempo con alguien que no te agrada- añadí saliendo y cerrando la puerta de la casa de un golpe.

Una vez afuera el salvaje viento me tomo por sorpresa, haciendo que me estremeciera. Metí mis manos en la bolsas de los costados de mi sudadera, esperando sirviera de algo.
Después de lo que pareció las 5 cuadras más largas del mundo, llegue a la estación del tren. Me senté en la banca verde y saque mi libreta de notas.
Comencé a escribir…

“Llegamos al tren, con maletas llenas de ilusiones y esperanzas, sueños que esperamos lograr…                       
…listos para abordar el tren de la vida.
Pero algunas ocasiones, cuando somos un tanto torpes, las maletas se caen a las vías y el tren las destroza, antes, de que podamos tan siquiera, abordarlo.”


  
Y eso, era lo que me había pasado a mí. Mis sueños e ilusiones habían sido destrozados, ni siquiera sabía el porqué, ni la causa, pero la consecuencia la tenía más que clara… la estaba viviendo.



Después de 15 minutos de espera, con el frío y el sueño queriendo acabar conmigo, el tren llegó. Me subí y senté nuevamente –como el día anterior– hasta el fondo.
Mire al pasajero de enfrente y mi corazón se paralizo, estoy segura que esta palidecí y mis ojos se agrandaron.
Aquellos ojos avellana me veían tiernamente, cuando noto mi miraba me dedico una hermosa sonrisa.
Tenía el pelo rubio claro, corto. Ojos grandes color avellana, tez clara, unos gruesos y antojables labios…
De manera involuntaria le devolví la sonrisa, con más calidez de la necesaria, inmediatamente aparte la mirada. Durante todo el trayecto sentí sus ojos clavados en mí, pero no me animaba a comprobarlo, trata de ver hacia otros lados, donde el no estuviera.
Hasta que mi parada llegó, me bajé más lento de lo normal, por alguna extraña razón, quería permanecer dentro del tren… tal vez por el frío que me calaba hasta los huesos.

Camine hacia la puerta del instituto, las cuales estaban abiertas. Había llegado a tiempo. Me disponía a entrar, pero recordé que tenía una carta de mi madre justificando mi falta a la clase de matemáticas, ayer. Revise mi libreta de notas, donde se suponía había metido la carta, una corriente notablemente furiosa de aire arraso con las hojas de mi libreta, haciendo volar todos mis papeles que se encontraban entre ellas. Rápidamente comencé a juntarlas, pero cuando iba a recoger la ultima, una mano me gano…
Me levante lentamente, para no tirar los papeles que ya había recogido.

-Creo que te pertenece- habló aquel hombre.
Era el más guapo que había visto en toda mi vida, sus ojos avellana eran… indescriptibles.
Asentí con una sonrisa tonta, y tomando el papel de sus manos. Ahí estaba, era la dichosa carta.
-Gracias- dije y gire sobre mis talones.

Si no me alejaba lo más rápido posible, me iba a desmayar enfrente de él. Tanta belleza mareaba.

-¡Oye!- gritó.
Me estremecí al instante que oí su voz, me gire lentamente.
-Mande- intente sonar normal.
-¿Estudias aquí?- preguntó con la curiosidad derramándose de sus hermosos ojos.
-Si- me limite a contestar.

Pareció satisfecho, así que gire y continúe mi camino hacia el instituto.
Una vez adentro solté un enorme suspiro, mientras veía correr a Alice hacia mí.

-¡Bella!- gritó.
-¡Alice!- conteste tratando de imitar su entusiasmo.
-Saliendo de la escuela iremos a casa de Rosalie para arreglarnos- avisó.
-Pero la fiesta es en la noche, ¿no es mucho tiempo arreglándose?- pregunté.
-¡No! Es todo lo contrario- gritó eufórica.
-Está bien, está bien- Acepte, alzando las manos en señal de rendición.

Caminamos al salón, con Alice planeando la fiesta de esta noche. En realidad no era de las que iban a las fiestas, pero no tenía nada mejor que hacer. Además, Alice llevaba semanas presentándome a su hermano adoptivo, me había contado que tenía nuestra edad, y que sus padres habían decidió adoptarlo porque era un buen muchacho. Y el cómo los apreciaba muchísimo –pues se habían encargado de él, desde pequeño– había aceptado más que gustoso.

Todo el día Alice y Rosalie se la pasaban hablando súper entusiasmadas, sobre la fiesta. Por el contrario, yo me dedicaba a pensar en esos ojos, en aquel joven, era realmente hermoso, no había nadie como él.
Lo único que deseaba era poder verlo una vez más…

 Lo actualizaré cuando tenga tiempo.
Si desean conocer mas de mis historias pidan unirse a mi grupo: Novelas del corazón
Colaboradoras: Andre y Maria.

2 comentarios:

  1. Es hermano de alice???!!!??
    Ahg q pasa kn charly? Que sucedió
    Haslos un poco mas largos xfa
    Sigue ....

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