-¡Isabella Swan ven
aquí!- gritó Charlie desde abajo.
-¡Déjame en paz!-
grité mientras saltaba a mi cama.
Me hice bolita y trate
de no pensar en él, en lo sucedido, en lo que se movía dentro de mí, pero fue
imposible. Al instante de cerrar los ojos, los recuerdos de la noche anterior
aparecieron en mi mente, sus caricias, su sonrisa, sus besos… él.
“Eres mía, solo mía”- repitió mi subconsciente, aunque no con la hermosa y
agradable voz original.
Aquella frase sonaba
machista e incluso autoritaria, pero cuando él la decía era como un cumplido…
un orgullo. Incluso me alegraba que así fuera. Por alguna desconocida y extraña
razón sentía una conexión especial con él, como si hubiéramos nacido para estar
juntos… como lo cuentos de hadas, en los que deje de creer hace mucho.
Ahora que lo que
reflexionaba no me molestaba haber sido de Edward. Además él no era como los
demás chicos, si lo fuera, me hubiera dejado después de acostarse conmigo, pero
no… él se quedó ahí.
Si, él era diferente.
Él era para mí y yo para él. Habíamos nacido el uno para el otro.
Me costaba mucho
trabajo creer lo que yo mismo aseguraba, pero era la verdad. O al menos un
hecho. Era cierto que apenas conocía a Edward, pero estaba segura que nuestro
destino era estar juntos.
*Blin Blin Blin* - Sonó mi celular arruinando mi reflexión.
Estire la mano de mala
gana, busque mi bolso, cuando lo encontré lo jale hacia mí y lo abrí. Saqué mi
celular y conteste en tonó apagado.
-¿Bueno?-
-¿Bella?- era la voz
de mí Edward.
-¡Edward!- grité sin
poder contener la emoción.
-Sí. Ya sé que te
acabo de ir a dejar, pero no puedo estar un solo minuto más sin ti ¿Te pareces
si vienes a cenar a mi casa o salimos a algún lugar?- preguntó.
-No lo sé. ¿A dónde
iríamos?-
-A donde tú quieras-
-¿Al parque?- pregunté
amaba el parque de Forks, estaba en el centro del bosque, rodeado de paz y
tranquilidad.
-¡Claro!- gritó
emocionado -¿Voy por ti ahorita o más al rato?- preguntó.
-Cuando quieras-
-Nos vemos en unos
minutos- dijo y colgó.
¿Acaso Edward pensaba
lo mismo que yo? La suerte nunca había estado de mí lado, pero tal vez con
Edward sería diferente. O quizá no dependería de la suerte, sino de nosotros y
de ser así yo permanecería al lado de Edward por el resto de mi vida.
¿Debía arreglarme? No,
no estaba tan mal, además ya me había visto peor –me había visto recién
despierta–
Me levanté con muchas
más energías que con las que me había aventado a la cama, tome mi bolso y salí
de mi habitación.
-¡Hasta que te dignas
a dar la cara!- gritó Charlie al verme bajar las escaleras.
Lo ignore, cruce la
sala sin tan siquiera mirarlo.
-¡Isabella Marie Swan
ven aquí, te estoy hablando!- gritó parándose y poniéndose en camino hacia mí.
Abrí la puerta de la casa y pude ver el Volvo
asomarse en la curva, sonreí ante la idea de estar con Edward, conocerlo,
platicar, pasar tiempo con él.
-¡Isabella no me
ignores!- gritó Charlie.
Me giré para verlo,
estaba rojo supuse de enojo, pero era su problema no él mío.
El Volvo llegó hasta
la puerta de mi casa, Edward veía la
escena confuso. Se debatía entre salir de su auto o no, pero yo no tenía tiempo
de esperar a que él se decidiera, abrí la puerta del Volvo y Charlie empezó a
gritar como loco.
-¡¿A dónde vas Isabella?!
¡Tú! ¡Te meteré a la cárcel si te atreves a arrancar ese auto!-
-¡Déjame en paz,
Charlie!- grité cerrando la puerta. -Vámonos- añadí volteando a ver a Edward,
quien me veía con cara de: Tengo muchas preguntas que hacer.
Ed no dijo nada, puso
en marcha rápidamente su auto. En el trayecto ninguno dijo nada, llegamos al
parque, era un parque como el de las películas de princesas: En medio del
bosque, rodeado de pequeños animales, árboles, plantas, rosas y lo mejor es que
tenía a mi príncipe.
Edward estaciono el
auto, bajó rápidamente y me abrió la puerta. Coloco su mano con la palma hacia
arriba esperando que yo pusiera mi palma sobre la de él, y así lo hice. Cerro
la puerta, entrelazamos los dedos y fuimos directo a una banca para sentarnos.
El clima ahí era
delicioso, templado, con iluminación gracias al sol, el aire transitaba
tranquilamente entre los pájaros, quienes cataban hermosas canciones de cuna.
Las hojas de los árboles se movían de una forma casi imperceptible, pero con
una tranquilidad que se contagiaba.
Entonces no se en que
momento, me perdí en aquel pasivo movimiento, con un recuerdo de cuando no
tenía más de un año de edad.
Mi padre me correteaba
con una sonrisa en su rostro, una hermosa sonrisa que solo vivía en mis
recuerdos…
Mi madre nos esperaba
sentada en una manta sobre el pasto y a su lado había alguien de pequeña
estatura, René jugaba con sus dorados cabellos, mientras él sonreía divertido
por la persecución que presenciaba. Nunca había podido recordar quien era aquel
chiquillo tan apuesto, pero no importaba mucho. Lo realmente importante es que
conservaba aunque sea en un recuerdo cuando Charlie era feliz, cuando él me
quería y cuando yo lo consideraba mi padre.
-¿En qué piensas?-
preguntó mirándome fijamente a los ojos.
-En cuando Charlie me
quería- conteste con melancolía.
-Te aseguro que él te
quiere- dijo mientras acariciaba delicadamente mi mejilla.
-Si quererme es
pasarse 16 años de mi vida ignorándome y evitándome, entonces ¡Me ama!- dije
desesperadamente.
-Tranquila, mejor
cuéntame que paso-
-¿Qué paso hoy o
cuando empezó a ignorarme?- pregunté.
-Cuando empezó a
ignorarte-
Me acurruque en su
pecho y comencé a hablar.
-Recuerdo que cuando
era pequeña, no tenía más de un año, éramos una familia feliz, mi madre tenía una
hermosa chispa en sus ojos, Charlie sonreía, pero no como ahora, sonreía de
verdad, porque era feliz. Pero algo pasó, no recuerdo que, de un día a otro me
dejaron de poner atención, los días pasaron y René se quedó en un estado
similar al de un zombi, Charlie comenzó a evadirme ¡intente acercarme a él,
decirle que lo necesitaba, que necesitaba un padre! pero él prefería estar
fuera de casa. Con el tiempo René se volvió extremadamente pasiva, como si
estuviera en otro mundo y Charlie, él nunca estaba en casa- sentí escurrir una lágrima por lo
largo de mi mejilla, pero antes de que cayera Edward la limpio y dijo con un
tono lleno de amor: -A mí siempre me tendrás, seré tuyo por siempre-
En respuesta deposite un rápido y tierno beso
en sus labios.
-¿Y tú? ¿Cuál es la
historia de tu vida?- pregunté.
-Carlisle y Esme me
encontraron perdido en New York, dicen que tenía como dos años y que nunca
encontraron ningún familiar- resumió encogiéndose de hombros.
-Al menos tu historia
es más alegre que la mía-
-Puede o puede que no-
Lo actualizaré cuando tenga tiempo.
Si desean conocer mas de mis historias pidan unirse a mi grupo: Novelas del corazón
Autora: Zitlali Nna-Star
Colaboradoras: Andre y Maria.

Ah son hermanos?? No verdad?
ResponderEliminarPero quien es el nin@ de sus recuerdos??
O.o
Nan Quintana
increible hisoria esta buenazo sigue asi.... =D
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