jueves, 14 de febrero de 2013

Capitulo 10: La historia de mi vida



-¡Isabella Swan ven aquí!- gritó Charlie desde abajo.
-¡Déjame en paz!- grité mientras saltaba a mi cama.

Me hice bolita y trate de no pensar en él, en lo sucedido, en lo que se movía dentro de mí, pero fue imposible. Al instante de cerrar los ojos, los recuerdos de la noche anterior aparecieron en mi mente, sus caricias, su sonrisa, sus besos… él.
“Eres mía, solo mía”- repitió mi subconsciente, aunque no con la hermosa y agradable voz original.
Aquella frase sonaba machista e incluso autoritaria, pero cuando él la decía era como un cumplido… un orgullo. Incluso me alegraba que así fuera. Por alguna desconocida y extraña razón sentía una conexión especial con él, como si hubiéramos nacido para estar juntos… como lo cuentos de hadas, en los que deje de creer hace mucho.
Ahora que lo que reflexionaba no me molestaba haber sido de Edward. Además él no era como los demás chicos, si lo fuera, me hubiera dejado después de acostarse conmigo, pero no… él se quedó ahí.
Si, él era diferente. Él era para mí y yo para él. Habíamos nacido el uno para el otro.

Me costaba mucho trabajo creer lo que yo mismo aseguraba, pero era la verdad. O al menos un hecho. Era cierto que apenas conocía a Edward, pero estaba segura que nuestro destino era estar juntos.

*Blin Blin Blin* - Sonó mi celular arruinando mi reflexión.
Estire la mano de mala gana, busque mi bolso, cuando lo encontré lo jale hacia mí y lo abrí. Saqué mi celular y conteste en tonó apagado.

-¿Bueno?-
-¿Bella?- era la voz de mí Edward.
-¡Edward!- grité sin poder contener la emoción.
-Sí. Ya sé que te acabo de ir a dejar, pero no puedo estar un solo minuto más sin ti ¿Te pareces si vienes a cenar a mi casa o salimos a algún lugar?- preguntó.
-No lo sé. ¿A dónde iríamos?-
-A donde tú quieras-
-¿Al parque?- pregunté amaba el parque de Forks, estaba en el centro del bosque, rodeado de paz y tranquilidad.
-¡Claro!- gritó emocionado -¿Voy por ti ahorita o más al rato?- preguntó.
-Cuando quieras-
-Nos vemos en unos minutos- dijo y colgó.
  
¿Acaso Edward pensaba lo mismo que yo? La suerte nunca había estado de mí lado, pero tal vez con Edward sería diferente. O quizá no dependería de la suerte, sino de nosotros y de ser así yo permanecería al lado de Edward por el resto de mi vida.
¿Debía arreglarme? No, no estaba tan mal, además ya me había visto peor –me había visto recién despierta–
Me levanté con muchas más energías que con las que me había aventado a la cama, tome mi bolso y salí de mi habitación.

-¡Hasta que te dignas a dar la cara!- gritó Charlie al verme bajar las escaleras.
Lo ignore, cruce la sala sin tan siquiera mirarlo.
-¡Isabella Marie Swan ven aquí, te estoy hablando!- gritó parándose y poniéndose en camino hacia mí.
 Abrí la puerta de la casa y pude ver el Volvo asomarse en la curva, sonreí ante la idea de estar con Edward, conocerlo, platicar, pasar tiempo con él.
-¡Isabella no me ignores!- gritó Charlie.
Me giré para verlo, estaba rojo supuse de enojo, pero era su problema no él mío.
El Volvo llegó hasta la puerta de mi casa,  Edward veía la escena confuso. Se debatía entre salir de su auto o no, pero yo no tenía tiempo de esperar a que él se decidiera, abrí la puerta del Volvo y Charlie empezó a gritar como loco.
-¡¿A dónde vas Isabella?! ¡Tú! ¡Te meteré a la cárcel si te atreves a arrancar ese auto!- 
-¡Déjame en paz, Charlie!- grité cerrando la puerta. -Vámonos- añadí volteando a ver a Edward, quien me veía con cara de: Tengo muchas preguntas que hacer.
Ed no dijo nada, puso en marcha rápidamente su auto. En el trayecto ninguno dijo nada, llegamos al parque, era un parque como el de las películas de princesas: En medio del bosque, rodeado de pequeños animales, árboles, plantas, rosas y lo mejor es que tenía a mi príncipe.
Edward estaciono el auto, bajó rápidamente y me abrió la puerta. Coloco su mano con la palma hacia arriba esperando que yo pusiera mi palma sobre la de él, y así lo hice. Cerro la puerta, entrelazamos los dedos y fuimos directo a una banca para sentarnos.

El clima ahí era delicioso, templado, con iluminación gracias al sol, el aire transitaba tranquilamente entre los pájaros, quienes cataban hermosas canciones de cuna. Las hojas de los árboles se movían de una forma casi imperceptible, pero con una tranquilidad que se contagiaba.
Entonces no se en que momento, me perdí en aquel pasivo movimiento, con un recuerdo de cuando no tenía más de un año de edad.
Mi padre me correteaba con una sonrisa en su rostro, una hermosa sonrisa que solo vivía en mis recuerdos…
Mi madre nos esperaba sentada en una manta sobre el pasto y a su lado había alguien de pequeña estatura, René jugaba con sus dorados cabellos, mientras él sonreía divertido por la persecución que presenciaba. Nunca había podido recordar quien era aquel chiquillo tan apuesto, pero no importaba mucho. Lo realmente importante es que conservaba aunque sea en un recuerdo cuando Charlie era feliz, cuando él me quería y cuando yo lo consideraba mi padre.

-¿En qué piensas?- preguntó mirándome fijamente a los ojos. 
-En cuando Charlie me quería- conteste con melancolía.
-Te aseguro que él te quiere- dijo mientras acariciaba delicadamente mi mejilla.
-Si quererme es pasarse 16 años de mi vida ignorándome y evitándome, entonces ¡Me ama!- dije desesperadamente.
-Tranquila, mejor cuéntame que paso-
-¿Qué paso hoy o cuando empezó a ignorarme?- pregunté.
-Cuando empezó a ignorarte-
Me acurruque en su pecho y comencé a hablar.
-Recuerdo que cuando era pequeña, no tenía más de un año, éramos una familia feliz, mi madre tenía una hermosa chispa en sus ojos, Charlie sonreía, pero no como ahora, sonreía de verdad, porque era feliz. Pero algo pasó, no recuerdo que, de un día a otro me dejaron de poner atención, los días pasaron y René se quedó en un estado similar al de un zombi, Charlie comenzó a evadirme ¡intente acercarme a él, decirle que lo necesitaba, que necesitaba un padre! pero él prefería estar fuera de casa. Con el tiempo René se volvió extremadamente pasiva, como si estuviera en otro mundo y Charlie, él nunca estaba  en casa- sentí escurrir una lágrima por lo largo de mi mejilla, pero antes de que cayera Edward la limpio y dijo con un tono lleno de amor: -A mí siempre me tendrás, seré tuyo por siempre-
 En respuesta deposite un rápido y tierno beso en sus labios.
-¿Y tú? ¿Cuál es la historia de tu vida?- pregunté.
-Carlisle y Esme me encontraron perdido en New York, dicen que tenía como dos años y que nunca encontraron ningún familiar- resumió encogiéndose de hombros.
-Al menos tu historia es más alegre que la mía-
-Puede o puede que no-

 Lo actualizaré cuando tenga tiempo.
Si desean conocer mas de mis historias pidan unirse a mi grupo: Novelas del corazón
Colaboradoras: Andre y Maria.

2 comentarios:

  1. Ah son hermanos?? No verdad?
    Pero quien es el nin@ de sus recuerdos??
    O.o
    Nan Quintana

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  2. increible hisoria esta buenazo sigue asi.... =D

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