viernes, 13 de septiembre de 2013

Capítulo 1: Intentos de suicidio.



Al día siguiente de que Edward dejará a Bella en el bosque.

Edward me había dejado, me negaba a creerlo, pero hueco en mi pecho lo confirmaba. No estaba dispuesta a una vida sin él, yo no soportaría vivir sin él un día más…
Me levante de la cama, camine tratando de no hacer ruido, abrí a puerta de mi habitación, no había nadie en el pasillo así que salí, baje las escalaras, Charlie estaba viendo un partido en la televisión, camine hasta el perchero, tome su cinturón de policía, donde tenía la pistola.  Corrí de vuelta a mí habitación, le quite el seguro a la pistola… lo último que recuerdo es un grito por parte de Charlie.

-Ella se ira conmigo- escuche que decía una voz femenina.
-Eso será lo mejor-  

Abrí los ojos lentamente, me dolía el costado derecho del cuerpo, intente moverme pero realmente dolía, así que me dispuse a ver a mi alrededor, tenía la sospecha que no había logrado mi cometido, de lo cual me asegure al notar que estaba en un hospital, observe la puerta y en ella estaban parados mi padres.

-¡Oh hija! ¡Despertaste!- gritó mi madre con suma ternura acercándose a mí y dándome un delicado beso en la frente.
-René- conteste con dificultad.
-Tu madre y yo hemos hablado, lo mejor será que te vayas con ella a Phoenix- hablo mi padre con voz fuerte, él ni siquiera se molestó en acercarse. Pero pronto note porque, sus ojos estaban rojos y cristalinos, parecía que estaba a punto de llorar y quizá así era, porque se fue.

-No quiero irme-
-No te pregunté cielo, es lo mejor- contesto con voz dulce René.
-¡No me iré!- grité molesta.
-Bella, te quiero y quiero lo mejor para ti y sé que eso no está aquí en Forks. ¡Él no va a volver!-
-¡No tienes que decírmelo! Sé que él no volverá, no soy lo suficientemente buena para que él vuelva. ¡¿Por qué no me dejaron morir?!- grité con lágrimas recorriendo mi rostro.

Mi madre se alejó y salió corriendo de la habitación.

No me quería ir de Forks, no dejaría el lugar donde lo conocí, donde descubrí lo que era el amor. Yo no podía irme de Forks.

Días después me dieron de alta, en esos días yo no le había dirigido la palabra a mis padres. René siempre acudía al hospital para estar conmigo, aun cuando me negaba a tener una conversación, Charlie iba alguno que otro día, pero siempre tenía los ojos rojos y unas horribles ojeras.

Charlie hizo todo el papeleo mientras mi madre se encargaba de arreglarse –dentro de lo posible–,  ambos se la pasaban intentado explicarme que irme a Phoenix sería lo mejor, yo, obviamente me negué rotundamente, lo único que me quedaba de mi corta historia de amor, era el lugar, y no lo perdería.
Salimos del hospital, nos acomodamos en los asientos de la patrulla, y mi madre se sentó a mi lado en los asientos traseros, como si fuera a lanzarme en cualquier momento… aunque no era mala idea…
En cuanto la patrulla avanzó yo me quedé totalmente dormida.
Desperté en la comodidad de mi cama. Estaba un poco desorientada  así que decidí ir a ver quien se encontraba en casa. En la sala me encontré con unos muy demacrados padres.

-Qué bueno que despiertas, hoy mismo te vas con René -ordenó mi padre.
-He dicho que no me iré.
-¡Cuando decidiste morir perdiste toda la autonomía que tenias! ¡Ahora tu madre y yo decidiremos por ti!- gritó Charlie.
-¡No pueden hacer eso!- grité molesta.
-Claro que podemos. Aquí están tus maletas –contradijo mi madre, mostrándome las maletas que tenía a su lado.
-¡Los odio!- gimotee por el dolor que sentía en el cuerpo.
-Pues yo te quiero y por eso te irás con tu madre –declaró Charlie, tomándome del brazo y jalándome hasta la patrulla, con mi madre siguiéndonos mientras contenía los sollozos.

Charlie prácticamente me aventó adentro del auto y fue por las maletas. René se acomodo a mi lado y el viaje al aeropuerto inicio.

El viaje fue lento, demasiado lento. Mis pensamientos no me dejan en paz, me atormentaba el pensar en él, en ellos… pero no podría evitarlo.
No me di cuenta cuando llegamos al aeropuerto y abordamos el avión, en realidad no me di cuenta de nada, estaba ocupada manteniendo encerrada en mi burbuja personal para que nada me pusiera mal. Era como un estado zombie.
Desde que llegué a Phoenix veía todo como si fuera una película, solo que yo era la protagonista. Pero lo observaba como si fuera el público.
Como cuando mi madre me llevó a la nueva escuela, mi cuerpo estaba ahí, asentía e incluso intentaba sonreír –con muy malos resultados–, pero mi mente, mis pensamientos estaban en Edward, en Alice, en los Cullen’s.
Apenas recuerdo mi primer día en la escuela de Phoenix, varios de mis antiguos amigos intentaron acercarse pero no recibieron ninguna respuesta por mi parte, mis viejos profesores me saludaron efusivamente y dijeron cosas como que les agradaba que su mejor alumna estuviera de regreso, a lo que simplemente me limite a asentir levemente con la cabeza.
Cuando llegue a casa mi madre me pregunto cómo me había ido, por lo que me vi forzada a contestar un suave “bien”. Ella hizo una mueca y me dejo partir a mi dormitorio.
***
Las semanas pasaron rápido, pronto se vio enredada en la alegría de su madre, quien contenta organizaba una fiesta de cumpleaños número diecinueve para Bella. En dos días sería su cumpleaños y ella no estaba muy segura de poder soportar aquel día una fiesta, había intentado hablar con su madre, pero esta se mostraba muy feliz y a Isabella se le hizo injusto reclamarle. Se lo debía, la había hecho sufrir demasiado últimamente.

Era el día de su cumpleaños, ella apenas despertaba y ya sentía que algo la oprimía, se levanto lentamente y se asomó por la ventana, el día estaba nublado y lloviznaba, era como si reflejara como se sentía por dentro. Su corazón latió con tanta fuerza que sintió su cuerpo estallar, la cabeza le daba vueltas mientras recordaba lo sucedido en su cumpleaños anterior. Percibió que comenzaba a llenarse de sudor, estaba asustada, observaba los ojos hambrientos de seis vampiros.
Despertó llena de sudor y con un dolor en el pecho. No le hubiera importado que se la comieran ese día, no le hubiera importado que la transformaran, ella solo deseaba estar al lado de su amado. Se levanto con muy pocas ganas y se dio una ducha rápida. No deseaba acudir a la escuela, no importaba que el día fuera soleado, eso no ayudaba a que se sintiera mejor.
Habló con su madre y le pidió que la dejara quedarse en casa. Su madre dudó pero al final cedió ¿Cómo iba imaginarse René lo que sucedería?
Mientras Isabella desayunaba, se sintió morir,  el hueco en su corazón parecía querer agrandarse, los recuerdos de los días felices la atormentaban, de la nada escucho  su voz: --Será como si no hubiese existido.
De la nada muchas voces la atormentaron;

-¡Feliz cumpleaños Bella!
-Solíamos hacer pasteles de lodo.
-Y así el león se enamoro de la oveja.
-Ponte en su lugar, ¿Tú le quitarías el alma?
-Te quiero más que a nada en el mundo. ¿No te basta eso?
-Lamento no haber tenido la oportunidad de presentarme.
-¿No puedes simplemente darme las gracias y olvidarlo?
-Espero que disfrutes de la decepción.


Bella deseaba con fervor callar las voces y lo único que se le ocurrió fue lamentable. Corrió a la cocina tomo un cuchillo y cortó su cuello. Todo se volvió oscuro y ella respiro libre, las voces se habían callado y lo harían para siempre.

Está historia es super dramática :D espero les guste.
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NOTA: Queda prohibida la copia total o parcial de este fanfic sin permiso de la autora.

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