Al día siguiente de que Edward dejará
a Bella en el bosque.
Edward me había dejado, me negaba a
creerlo, pero hueco en mi pecho lo confirmaba. No estaba dispuesta a una vida
sin él, yo no soportaría vivir sin él un día más…
Me levante de la cama, camine
tratando de no hacer ruido, abrí a puerta de mi habitación, no había nadie en
el pasillo así que salí, baje las escalaras, Charlie estaba viendo un partido
en la televisión, camine hasta el perchero, tome su cinturón de policía, donde
tenía la pistola. Corrí de vuelta a mí
habitación, le quite el seguro a la pistola… lo último que recuerdo es un grito
por parte de Charlie.
-Ella se ira conmigo- escuche que
decía una voz femenina.
-Eso será lo mejor-
Abrí los ojos lentamente, me dolía el
costado derecho del cuerpo, intente moverme pero realmente dolía, así que me dispuse
a ver a mi alrededor, tenía la sospecha que no había logrado mi cometido, de lo
cual me asegure al notar que estaba en un hospital, observe la puerta y en ella
estaban parados mi padres.
-¡Oh hija! ¡Despertaste!- gritó mi
madre con suma ternura acercándose a mí y dándome un delicado beso en la
frente.
-René- conteste con dificultad.
-Tu madre y yo hemos hablado, lo
mejor será que te vayas con ella a Phoenix- hablo mi padre con voz fuerte, él
ni siquiera se molestó en acercarse. Pero pronto note porque, sus ojos estaban
rojos y cristalinos, parecía que estaba a punto de llorar y quizá así era,
porque se fue.
-No quiero irme-
-No te pregunté cielo, es lo mejor-
contesto con voz dulce René.
-¡No me iré!- grité molesta.
-Bella, te quiero y quiero lo mejor
para ti y sé que eso no está aquí en Forks. ¡Él no va a volver!-
-¡No tienes que decírmelo! Sé que él
no volverá, no soy lo suficientemente buena para que él vuelva. ¡¿Por qué no me
dejaron morir?!- grité con lágrimas recorriendo mi rostro.
Mi madre se alejó y salió corriendo
de la habitación.
No me quería ir de Forks, no dejaría
el lugar donde lo conocí, donde descubrí lo que era el amor. Yo no podía irme
de Forks.
Días después me dieron de alta, en
esos días yo no le había dirigido la palabra a mis padres. René siempre acudía
al hospital para estar conmigo, aun cuando me negaba a tener una conversación,
Charlie iba alguno que otro día, pero siempre tenía los ojos rojos y unas
horribles ojeras.
Charlie hizo todo el papeleo mientras
mi madre se encargaba de arreglarse –dentro de lo posible–, ambos se la pasaban intentado explicarme que
irme a Phoenix sería lo mejor, yo, obviamente me negué rotundamente, lo único
que me quedaba de mi corta historia de amor, era el lugar, y no lo perdería.
Salimos del hospital, nos acomodamos
en los asientos de la patrulla, y mi madre se sentó a mi lado en los asientos
traseros, como si fuera a lanzarme en cualquier momento… aunque no era mala
idea…
En cuanto la patrulla avanzó yo me quedé
totalmente dormida.
Desperté en la comodidad de mi cama.
Estaba un poco desorientada así que
decidí ir a ver quien se encontraba en casa. En la sala me encontré con unos
muy demacrados padres.
-Qué bueno que despiertas, hoy mismo
te vas con René -ordenó mi padre.
-He dicho que no me iré.
-¡Cuando decidiste morir perdiste
toda la autonomía que tenias! ¡Ahora tu madre y yo decidiremos por ti!- gritó
Charlie.
-¡No pueden hacer eso!- grité
molesta.
-Claro que podemos. Aquí están tus
maletas –contradijo mi madre, mostrándome las maletas que tenía a su lado.
-¡Los odio!- gimotee por el dolor que
sentía en el cuerpo.
-Pues yo te quiero y por eso te irás
con tu madre –declaró Charlie, tomándome del brazo y jalándome hasta la
patrulla, con mi madre siguiéndonos mientras contenía los sollozos.
Charlie prácticamente me aventó
adentro del auto y fue por las maletas. René se acomodo a mi lado y el viaje al
aeropuerto inicio.
El viaje fue lento, demasiado lento.
Mis pensamientos no me dejan en paz, me atormentaba el pensar en él, en ellos…
pero no podría evitarlo.
No me di cuenta cuando llegamos al
aeropuerto y abordamos el avión, en realidad no me di cuenta de nada, estaba
ocupada manteniendo encerrada en mi burbuja personal para que nada me pusiera
mal. Era como un estado zombie.
Desde que llegué a Phoenix veía todo
como si fuera una película, solo que yo era la protagonista. Pero lo observaba
como si fuera el público.
Como cuando mi madre me llevó a la
nueva escuela, mi cuerpo estaba ahí, asentía e incluso intentaba sonreír –con
muy malos resultados–, pero mi mente, mis pensamientos estaban en Edward, en
Alice, en los Cullen’s.
Apenas recuerdo mi primer día en la
escuela de Phoenix, varios de mis antiguos amigos intentaron acercarse pero no
recibieron ninguna respuesta por mi parte, mis viejos profesores me saludaron
efusivamente y dijeron cosas como que les agradaba que su mejor alumna
estuviera de regreso, a lo que simplemente me limite a asentir levemente con la
cabeza.
Cuando llegue a casa mi madre me
pregunto cómo me había ido, por lo que me vi forzada a contestar un suave
“bien”. Ella hizo una mueca y me dejo partir a mi dormitorio.
***
Las semanas pasaron rápido, pronto se
vio enredada en la alegría de su madre, quien contenta organizaba una fiesta de
cumpleaños número diecinueve para Bella. En dos días sería su cumpleaños y ella
no estaba muy segura de poder soportar aquel día una fiesta, había intentado
hablar con su madre, pero esta se mostraba muy feliz y a Isabella se le hizo
injusto reclamarle. Se lo debía, la había hecho sufrir demasiado últimamente.
Era el día de su cumpleaños, ella
apenas despertaba y ya sentía que algo la oprimía, se levanto lentamente y se
asomó por la ventana, el día estaba nublado y lloviznaba, era como si reflejara
como se sentía por dentro. Su corazón latió con tanta fuerza que sintió su
cuerpo estallar, la cabeza le daba vueltas mientras recordaba lo sucedido en su
cumpleaños anterior. Percibió que comenzaba a llenarse de sudor, estaba
asustada, observaba los ojos hambrientos de seis vampiros.
Despertó llena de sudor y con un
dolor en el pecho. No le hubiera importado que se la comieran ese día, no le
hubiera importado que la transformaran, ella solo deseaba estar al lado de su
amado. Se levanto con muy pocas ganas y se dio una ducha rápida. No deseaba
acudir a la escuela, no importaba que el día fuera soleado, eso no ayudaba a
que se sintiera mejor.
Habló con su madre y le pidió que la
dejara quedarse en casa. Su madre dudó pero al final cedió ¿Cómo iba imaginarse
René lo que sucedería?
Mientras Isabella desayunaba, se
sintió morir, el hueco en su corazón
parecía querer agrandarse, los recuerdos de los días felices la atormentaban,
de la nada escucho su voz: --Será como si no hubiese existido.
De la nada muchas voces la
atormentaron;
-¡Feliz cumpleaños Bella!
-Solíamos hacer pasteles de lodo.
-Y
así el león se enamoro de la oveja.
-Ponte en su lugar, ¿Tú le quitarías el alma?
-Te quiero más que a nada en el mundo. ¿No te basta eso?
-Lamento no haber tenido la oportunidad de presentarme.
-¿No puedes simplemente darme las gracias y olvidarlo?
-Espero que disfrutes de la decepción.
Bella deseaba con fervor callar las
voces y lo único que se le ocurrió fue lamentable. Corrió a la cocina tomo un
cuchillo y cortó su cuello. Todo se volvió oscuro y ella respiro libre, las
voces se habían callado y lo harían para siempre.
Está historia es super dramática :D espero les guste.
PUEDEN DEJARME UN MENSAJE SIN ESTAR REGISTRADOS, para mi es muy importante su opinión Gracias.
Si desean conocer mas de mis historias pidan unirse a mi grupo: Novelas del corazón
Autora: Zitlali Nna-Star
NOTA: Queda prohibida la copia total o parcial de este fanfic sin permiso de la autora.

continua porfavor :D
ResponderEliminarClaro, tratare de no demorar mucho :D
Eliminarwaooo me gusto cuando actualizaras...
ResponderEliminarHola, emmm no lo se. Pero me alegra que te guste :)
Eliminar